¿Qué es la disgrafía y cómo detectarla? Existen diferentes trastornos del aprendizaje que pueden afectar al correcto desarrollo y progreso del niño o niña durante su periodo escolar, especialmente en etapas tempranas. Dificultades de lectoescritura derivadas de alteraciones neuronales como la dislexia, por la cual un alumno puede no interpretar correctamente las letras o palabras que observa o, por ejemplo, la discalculia o problemas para comprender y realizar operaciones matemáticas básicas.
En esta ocasión queremos hablaros de otro trastorno común en etapas precoces del proceso de aprendizaje; la disgrafía.
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También conocida como agrafía, la denominada disgrafía es aquella dificultad para expresarse a través de la escritura cuyo origen puede deberse a otros trastornos del aprendizaje como la dislexia, a carencias en la coordinación motora o bien a problemas de interpretación y percepción espacial por parte del alumno. También a causa de un déficit neuronal que impide ordenar correctamente la información y, por tanto, escribirla.
Aquellos niños o niñas que sufren este trastorno encontrarán complicado coordinar los músculos de brazos y manos y manejar adecuadamente lápices, bolígrafos y otros elementos de escritura, en definitiva, en escribir palabras de manera legible.
La disgrafía, un trastorno que genera múltiples problemas en la buena progresión educativa del niño afectando a su capacidad de comunicación, a su atención o a su organización. Sin duda, un obstáculo significativo en la evolución académica.
Existen síntomas comunes de este trastorno que suelen manifestarse durante la primera etapa de la escolarización. Por ejemplo;
En edades algo más avanzadas la disgrafía también puede observarse en los errores gramaticales, de acentuación o puntuación que se cometen. Si bien, es importante saber distinguir de un problema derivado de la dislexia a otras carencias relacionadas con el proceso de aprendizaje del alumno, es decir, no siempre los problemas de escritura pueden deberse a la disgrafía.
En este sentido, la figura del docente y su estudio y análisis de la escritura de sus alumnos es fundamental para una detección temprana de la disgrafía. Particularmente, en la observación del comportamiento del niño o niña dentro del aula, puede estar el indicio de la presencia de este trastorno del aprendizaje.
Además de los síntomas propios de la escritura anteriormente mencionados, cuando se observa a un alumno que es incapaz de recoger un objeto del suelo, de seguir correctamente las instrucciones de un juego, que experimenta problemas para narrar o relatar una historia o que siente rechazo a escribir pueden ser signos de disgrafía. También cuando la presentación de sus trabajos no es limpia, tienen muchos borrados o tachados o, por el contrario, cuando el trazo es tan suave que las palabras son casi inapreciables.
Para la correcta detección de este trastorno es importante no confundir entre dislexia y disgrafía, aunque puedan ser consecuencia una de otra ya que cuentan con características particulares.
Es posible establecer distintos tipos de disgrafías.
Disgrafía motriz: Es un tipo de disgrafía directamente relacionado con problemas en la motricidad. Uso incorrecto de los instrumentos de escritura, presencia de malas posturas al escribir, lentitud de movimientos en la escritura. El alumno reconoce los sonidos y conoce su representación gráfica pero no puede plasmarlos sobre el papel.
Disgrafía sintomática: Esta disgrafía viene derivada de otros trastornos neurológicos como pueden ser deficiencias intelectuales, problemas en la vista, etc.
Disgrafía específica: El niño o niña presenta problemas de desorientación espacial, una deficiente percepción de las formas y trastornos del ritmo. Esto provoca dificultades para escribir letras o palabras correctamente.
Disgrafía superficial: Es la dificultad en la ruta ortográfica o visual, siendo la ruta fonológica la única empleada por el niño o niña, lo que afecta a errores de ortografía, problemas con palabras irregulares, homófonas y poligráficas.
Disgrafía fonológica: Al contrario que la disgrafía superficial, el acceso al léxico de este tipo de afectados por la disgrafía viene dado por la ruta fonológica y no por la ortográfica. De ahí que se manifiesten errores al escribir pseudopalabras, palabras largas o poco habituales.
Disgrafía profunda o mixta: Se da cuando se ven afectadas las dos rutas citadas anteriormente; fonológica y ortográfica. Derivará en errores semánticos o espontáneos como confundir palabras que suelen guardar relación.
Disgrafía semántica: En este tipo de disgrafía se conoce la palabra pero no el significado, al estar dañado el sistema semántico.
La lectura es una competencia básica la cual, no desarrollada adecuadamente, afectará no solo al rendimiento académico de la persona sino también a sus futuras habilidades personales, comunicativas y/o sociales. Por ello es vital una detección y actuación temprana del trastorno, evitando así un posible impacto sobre un nivel emocional, de socialización y autoestima.
¿Qué se puede hacer para corregir la disgrafía? La asistencia del docente al alumno o alumna y su entorno con este trastorno, no está tanto en practicar con mayor frecuencia la escritura como en potenciar el trabajo de sus dificultades específicas en esta área.
Existen numerosas estrategias de aprendizaje que pueden adaptarse a las características especiales de cada alumno afectado, algunas de ellas con componentes lúdicos y divertidos que ayudan a un mejor ejercitamiento de la habilidad concreta a trabajar.
Ejercicios para recobrar movilidad, coordinación y posturas corporales. Juegos para el desarrollo de la motricidad fina y la motricidad gruesa. Actuaciones para mejorar la orientación rítmico temporal. Actividades destinadas a la práctica de la grafoescritura, trabajos en cuadriculas, unión de letras, palabras, renglones, etc.
Hay un buen número de recursos en la red con los que trabajar este trastorno y otros como la dislexia o el TDHA; fichas, ejercicios de caligrafía, etc. Aunque es especialmente importante que en una fase temprana de la disgrafía, el docente actúe principalmente sobre el factor postural, corrigiendo aquellas anomalías detectadas.
En ocasiones, además del trabajo realizado dentro del aula con los profesores y miembros del equipo educativo o fuera del entorno escolar, con padres y familiares, a nivel educativo y emocional, también será precisa la actuación de un especialista como un pedagogo, psicopedagogo, o incluso logopeda según qué casos, que pueda estimular y rehabilitar al alumno afectado y trabajar con ejercicios cognitivos con los que aprenda a leer, escribir, incrementar la fuerza de la mano o la coordinación motora, recuperando así la habilidad dañada.
Con la detección temprana y la actuación dirigida hacía las carencias específicas por parte de maestros y especialistas, así como con el apoyo de las familias, los niños y niñas con disgrafía podrán progresivamente superar sus dificultades hasta llegar a escribir de un modo completamente normal.
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