Bienvenidos a un nuevo artículo de APPF Cursos Homologados. No es posible entender el aprendizaje sin la lectura. La comprensión lectora del alumno es un pilar básico en el aprendizaje del alumno, una base sin la cual el estudiante encontrará enormes dificultades para desarrollar su aprendizaje normal en todas las áreas curriculares de la educación primaria y secundaria. El trabajo conjunto por adquirir esta competencia durante la Educación Primaria y por conseguir su perfecta aplicación durante el ciclo de Secundaria, donde harán acto de presencia textos más complejos, debe ser un objetivo primordial de la enseñanza.
En leer adecuadamente de manera fluida, con un buen uso de la entonación, identificando las características del texto y procesando correctamente la información aportada, está la esencia de la competencia lingüística y del futuro aprendizaje tanto dentro como fuera de la escuela.
Veamos cómo se puede trabajar en adquirir el lenguaje escrito (y oral), desde el sistema educativo, para mejorar no solo el proceso de enseñanza, sino también la autoestima, emociones y conducta del alumnado. Y como afrontarlo según las diferentes etapas educativas para adaptar esa destreza al nivel adecuado. Recuerda también que si quieres conocer qué es un curso homologado de verdad, puedes consultarnos.
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La comprensión lectora es aquella capacidad de la persona por entender aquello que se lee. Es decir, comprender las ideas globales de un texto, procesarlas y encontrar su significado en base a sus conocimientos previamente adquiridos. Un proceso que funciona de distinta manera para cada individuo, suponiendo una experiencia personal en la que poner a prueba sus destrezas y habilidades propias. A mayores conocimientos y habilidades previas por parte del lector, mejor será la comprensión del texto.
Entender el significado de lo escrito (sus palabras y oraciones), su contexto, puntos clave… en definitiva, saber interactuar con el texto enriqueciéndonos y sacando provecho de nuestra propia experiencia con el texto, es la clave de la comprensión en la lectura; porque leer, no es lo mismo que comprender lo que se lee. La comprensión lectora debe ser un objetivo primario en el entorno educativo siempre formulándose tres preguntas: ¿qué leemos?, ¿para qué leemos? y ¿cómo leemos?
El docente con la ayuda del niño o niña, así como también el trabajo adicional fuera del entorno educativo por parte de padres y familiares, deberán trabajar por desarrollar una serie de acciones que potencien y estimulen la comprensión en la lectura: antes, durante y con posterioridad a la misma. Siempre evaluando previamente las capacidades lectoras del alumno, puesto que no existe un mismo tipo de estudiante con semejantes habilidades (atención, madurez, curiosidad, etc.); así como realizando un ejercicio de análisis del alumnado con el que conocer el nivel de conocimientos previos con el que poder establecer una estrategia o metodología adecuada.
Estas acciones o estrategias de comprensión lectora deben ir en una dirección clara: la búsqueda del significado del texto, yendo más allá del simple significado de las palabras y posibilitando la gestión de sus propio proceso de comprensión; es decir, actuar sobre dos niveles, cognitivos y metacognitivos. Siempre alejándose de la lectura mecánica.
Una buena manera de trabajar la comprensión lectora en el aula es incidir sobre el contenido del texto a leer antes de pasar a la lectura, es decir, el profesor o profesora tratará de explicar a los alumnos el contenido sobre el que tratará la lectura, preguntando a sus alumnos por lo que conocen de él, aportando información adicional y de valor. Algo que mejorará sin duda, la experiencia lectora.
Así mismo, es interesante que los alumnos se familiaricen con el texto que han de leer, visualizando títulos, subtítulos, etc., logrando una visión global y de la estructura de lo que posteriormente leerán.
Ya hablamos de ella en anteriores post, la lectura comentada o exegética es una excelente manera de potenciar la comprensión en la lectura. Consiste en leer un texto o libro de manera grupal dentro del aula con la participación activa del docente, el cual indicará los fragmentos o párrafos a leer y las pausas a realizar para comentar lo leído. La formulación de preguntas al respecto del texto ayudará a los alumnos a pensar y reflexionar acerca de lo que leen, a manejar su propia comprensión, a relacionar lo aprendido.
A través de textos breves, el docente puede trabajar con el alumno el aprendizaje de nuevas palabras, ampliando así su vocabulario y por tanto, mejorando su comprensión lectora. En esta estrategia, el alumno deberá extraer del texto aquellas palabras que desconozca para observar su estructura, buscarla en el diccionario y, posteriormente, entender su significado, tanto de manera aislada como dentro del contexto del cual esta palabra ha sido extraída. Un excelente método para, además, aprender a utilizar un diccionario.
Uno de los principales problemas que presentan aquellos alumnos y alumnas con dificultades en la comprensión lectora es la imposibilidad de identificar la idea principal del texto, y con ellas, las secundarias. Fomentar la lectura subrayada, jugar a encontrar la idea principal de un texto leído en voz alta por el docente, o componer un texto a partir de una idea principal son algunas de las estrategias que pueden utilizarse para aprender a distinguir la idea o ideas esenciales de una lectura.
Inferir consiste en extraer una información que no aparece de manera explicita en el texto pero que el autor del mismo sí intenta transmitir, es decir, la lectura entre líneas. Trabajar desde edades tempranas la inferencia por medio de la búsqueda de pistas dentro de un texto breve, ayuda a que el alumno potencie su buena compresión literal y no literal, mejorando su comprensión lectora general.
La búsqueda de relaciones causa-efecto en el texto y la identificación de su desarrollo lineal y temporal ayudará al alumno a trabajar su comprensión lectora. Distintas estrategias ayudan a lograr este aspecto, por ejemplo la lectura por parte del docente y la posterior formulación de preguntas con las que el estudiante pueda entender qué ocurrió al comienzo y fin de la historia, así como en la parte central, y qué habría ocurrido si se alterase la secuencia temporal del texto.
Si la lectura en la Educación Primaria es un factor primordial en el buen desarrollo de los niños y niñas y su futuro aprendizaje, educación, inteligencia y cultura, la etapa de Secundaria no deja de ser menos relevante para la consolidación de esos hábitos lectores. Bien para que ese progreso de comprensión y lectura por parte del alumno sea reforzado y llevado a un siguiente nivel de dificultad o bien para trabajar en las posibles deficiencias que existan en sus habilidades lectoras.
Cabe resaltar que la adolescencia es un tiempo de grandes cambios emocionales. Circunstancias que, en ocasiones, pueden ser motivo en un limitado rendimiento en las aulas o incluso del abandono de las clases. La presencia de problemas en la lectura, escritura o en la comprensión de lo que se lee, de lo que se dice en clase, para comunicarse y expresar ideas complejas de forma satisfactoria puede acrecentar este riesgo de fracaso y abandono escolar, siendo algunos de los problemas principales achacables a estos casos. Aunque no los únicos.
Las dificultades de aprendizaje se revelan de muchas maneras y los docentes deben conocerlas y saben detectarlas para trabajar en revertir esas dificultades y mejorar las capacidades del alumno.
Veamos, primero, esos problemas de aprendizaje de los alumnos de secundaria que son tan evidentes para un docente atento.
El alumno no consigue reflejar sus ideas en lo básico: se alteran las palabras por falta de letras, se confunden unas con otras, especialmente las que suenan igual, se abren espacios entre palabras y sílabas o se confunden letras afines. Un rasgo preocupante para muchos profesores es el uso de los mensajes tipo móvil en los trabajos y exámenes escritos. El alumno, así, no consigue comunicarse de manera pertinente.
El alumno no hace entonaciones de ningún tipo, ni las pausas reflejadas en el texto escrito. No aplica los signos de puntuación. En el peor de los casos, se salta palabras haciendo irreconocibles los texto leídos. En consecuencia, el alumno no comprende lo que lee y menos consigue trasladarlo a otros que escuchan.
Los alumnos adolescentes que tienen problemas de aprendizaje no son capaces de identificar lo importante de lo accesorio en los textos que se leen. El alumno, así, no es capaz de hacerse con la comprensión de las diferentes partes de un texto, esto es, capacidad para resumir, convertir en esquemas de conceptos y demás.
Los alumnos de Secundaria con estas debilidades irán añadiendo lagunas a su aprendizaje que se suelen traducirse en dificultades de concentración y motivación en la medida en la que las materias tratadas se vuelven más y más complejas, en que se exige una mayor competencia que su deficiente formación o habilidades no son capaces de ofrecer. Se trata de un proceso que se alimenta a sí mismo.
Frustraciones recurrentes, hastío, que se traduce en trabajos no terminados, en una baja autoestima y en un creciente desinterés por todo lo que tiene que ver con el aprendizaje y el entorno académico.
Si a esto le unimos la propia condición de adolescente, con una personalidad aún por formar, el problema se aumenta, provocando que el alumno no puede acceder de forma directa a todas las materias del currículo actual del sistema educativo.
Así, visto lo visto, ¿cómo se puede ayudar a los alumnos con este tipo de problemas? Las recetas son sencillas: Mostrar interés por el aprendizaje del alumno, proponer que se inicie y se mantenga en el tiempo la realización de una actividad. Ofrecer pautas adecuadas sobre los hábitos de estudio productivos. Colaborar en la organización de las tareas de clase, facilitar diferentes tipologías textuales que se adapten a los distintos grados de comprensión. O habilitar espacios de participación para los alumnos con dificultades que resulten motivantes. Será importante paliar la pobreza de vocabulario como factor de gran influencia a través de la enseñanza de palabras concretas, alrededor de una temática previamente elegida.
Y, por supuesto, reconocerles sus puntos fuertes. Ofrecerles la posibilidad de descubrir sus éxitos, grandes o pequeños, para ganar en motivación, generar confianza y ganarse su propio respeto.
Así, la comprensión lectora está ligada más al individuo que al entorno, a sus capacidades intelectuales o emocionales, o su perfil psicológico, mientras que la competencia lectora añade más peso a una variable pragmática, la socialización, la inteligencia social o la inteligencia ejecutiva
Por último, nos gustaría diferenciar dos términos asociados pero diferentes entre sí y que en muchas ocasiones suele confundirse; comprensión lectora y competencia lectora. La competencia lectora es la habilidad de la persona para usar la comprensión lectora de manera útil en el contexto de sociedad que le rodea. Es decir, la manera de materializar toda la información adquirida durante el proceso de comprensión. En realidad, el objetivo final de comprender lo que leemos es poder plasmarlo en nuestro día a día, ayudándonos a ser seres más capaces, adaptados y adaptables a la sociedad moderna.
En APPF.es, dentro de nuestra oferta de cursos homologados online, contamos con el Curso «Comprensión Lectora. Competencia Clave«. Un curso de la Universidad de Nebrija de 125 horas homologado y baremable para oposiciones de Educación que profundiza en estos procesos de comprensión. Este curso ofrece modos de evaluar la incomprensión lectora, aportando estrategias educativas para enseñar a los alumnos a superar sus dificultades en la lectura y programas específicos de entrenamiento en comprensión lectora para docentes, tanto en el formato clásico de “papel y lápiz” como en modo informático.
Un curso perfecto para opositores de educación, o incluso para docentes en activo de cara a poder trabajar estas técnicas dentro de su propia aula, mejorando así a sus alumnos en su proceso de aprendizaje.
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