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La dislexia es un trastorno del aprendizaje que afecta, principalmente, al desarrollo del lenguaje. Los niños con esta dificultad específica de aprendizaje, de origen neurobiológico encuentran problemas a la hora reconocer palabras escritas con precisión y fluidez, en su comprensión lectora o, incluso, el deletreo o la propia escritura. Esta incapacidad no tiene porqué estar asociada al desarrollo de otras habilidades cognitivas ni tiene porqué estar relacionada con la inteligencia del niño. Se trata de un trastorno de carácter específico.
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Cuándo es posible detectar la dislexia en el alumno
El inicio de la Educación Primaria es una etapa crucial para la evaluación, detección y diagnóstico de la dislexia. Aunque en la etapa preescolar, con los pequeños ejercicios de preparación de la lectura ya es posible detectar una pre-dislexia, es a partir de los 6 años cuando los alumnos comienzan a trabajar la lectura y escritura que formará la base indispensable para el desarrollo de su aprendizaje posterior. Un alumno con problemas de dislexia podrá sufrir en este proceso, el rechazo a la lectura y a la realización de las tareas escolares, podrá suponer la pérdida de seguridad y autoestima del niño ante su incapacidad a la hora de mostrar habilidades lectoras frente a sus compañeros de clase, generar cansancio y ansiedad ante la experiencia de leer un texto, de aprender nuevas palabras y conocimientos.
Por ello, es importante prestar atención a los alumnos que puedan mostrar dificultades en la lectura durante el comienzo de la Primaria, para, de este modo poder crear apoyos, metodologías de enseñanza y estrategias que eviten la frustración del niño y/o un posible fracaso escolar.
La inclusión educativa del alumno con dislexia
El sistema educativo español tiene entre sus principios básicos la atención a la diversidad. El poder dar una atención educativa diferente a esos alumnos que experimenten dificultades en sus capacidades y desarrollo dentro del contexto de la enseñanza, procurando su normalización e inclusión. La dislexia bien puede entrar en este grupo de diversidad sobre el que trabajar por procurar el máximo desarrollo personal, intelectual, social y emocional.
El educador juega un papel primordial en la detección y atención del alumno disléxico. Su figura debe observar el correcto progreso en el aprendizaje de sus alumnos y a la vez detectar las dificultades que se manifiesten en su aula, teniendo en cuenta que no todos los niños disléxicos muestran las mismas señales de alerta; unos presentarán dificultades en el reconocimiento de palabras, otros en la comprensión de textos o en la expresión escrita. Saber detectar de manera temprana la dislexia permitirá una mejor aplicación de la metodología de apoyo y una óptima integración del alumno en el proceso educativo.
Condiciones propias del alumno con dislexia en el aula
Aunque cada disléxico muestra unas dificultades particulares en el aprendizaje lectoescritor, sí que existen una serie de signos que son comunes a todos ellos, independientemente de la edad del niño.
El alumno con dislexia:
- Tiene falta de atención
- Desorganización
- Pierde mucho tiempo antes de empezar a realizar una tarea
- Tiene facilidad para distraerse y desconectar de las tareas y explicaciones que no alcanzan a comprender
- Experimentan agotamiento y frustración, alternando estados emocionales
- Evitan hablar y/o leer en voz alta en clase
- No saber distinguir derecha con izquierda
- Escasa motricidad en ejercicios manuales y de grafía
Todos estos síntomas pueden servir al docente para la detección de la dislexia y su posterior reeducación, aunque lo principal es la presencia de problemas en la lectura-escritura sin que medie otra razón que lo explique.
La realización de pruebas específicas de lectura, lenguaje y escritura por parte de un especialista, podrá confirmar el diagnóstico de dislexia.
La importancia de la detección precoz de la dislexia
La dislexia cuenta con muchos grados; puede durar toda una vida o superarse al tratarse de pequeños trastornos. Es por eso importante, detectarla con la suficiente precocidad para contribuir al óptimo rendimiento escolar y a un desarrollo normal del alumno. En ello contribuye: un buen diagnóstico, un tratamiento y metodología a aplicar adecuados, el grado del trastorno, la ayuda de familiares, compañeros y equipo docente y, por supuesto, la predisposición y actitud del alumno por trabajar en la mejora de su problema.