Apenas basta un rápido vistazo a la prensa nacional de la semana para encontrar varias noticias relacionadas con el fracaso escolar.
Noticias como las que intentan concienciar sobre la importancia de la detección precoz de aquellas señales de alarma que indican que un niño puede sufrir algún tipo de trastorno del desarrollo del lenguaje o TDL, una de las causas principales del fracaso escolar. O noticias como las que hablan de la incidencia de los problemas visuales en uno de cada tres casos de fracaso en la escuela. Estos, son solo unos ejemplos de la realidad actual donde la preocupación política y social sobre este tema es alta. Principalmente por los datos que indican que España ocupa el primer lugar de la Unión Europea en cuanto al índice de abandono escolar temprano.
En la mayoría de ocasiones se tiende a buscar las causas del fracaso escolar en la etapa escolar de Secundaria en adelante. Sin embargo los cimientos de abandono escolar se gestan en la educación Primaria. De ahí la cada vez más pronta (y mayor) implicación por parte de los diferentes agentes que toman parte en el proceso educativo para localizar los focos de inicio del fracaso escolar y poder trabajar sobre ellos en consecuencia, así como también, el crecimiento de las actuaciones de los diferentes agentes políticos por combatir de raíz este problema, que a largo plazo, es uno de los principales causantes de las dificultades de inserción en el mercado laboral, de la baja participación social, una mayor criminalidad, así como peor calidad y esperanza de vida.
Pero, ¿qué es exactamente el fracaso escolar? ¿Qué factores influyen en él? ¿Cómo podemos prevenirlo? Desde APPF, Cursos Homologados Online para oposiciones de Educación, queremos darte más detalles sobre esta cuestión primordial para el Sistema Educativo Español.
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Podríamos definir el fracaso escolar como el proceso en el que un estudiante no alcanza los objetivos mínimos obligatorios establecidos por el sistema educativo. Es decir, la no adquisición de los conocimientos curriculares en base a un rendimiento académico. Un concepto que puede derivar en el abandono de la escolarización obligatoria sin obtener el título correspondiente.
Se trata, pues, de un grave problema no solo a nivel educativo sino también a nivel social que marca la situación de un país por los problemas laborales, económicos y sociales que acarrea.
El fracaso escolar puede estar generado por diferentes causas. Tanto a nivel individual como provenientes del entorno del alumno o del propio sistema educativo. Es por eso que la implicación de familiares, docentes y otros intermediarios en el ámbito personal y escolar del estudiante, se antojan necesarios a la hora de descubrir las dificultades de éste, y poder tratarlas. Porque el fracaso escolar no es solo una piedra en el camino educativo del estudiante, es también la ausencia de auxilio para eliminar ese obstáculo.
Como decíamos en el anterior párrafo, el fracaso escolar tendrá lugar cuando se experimenten dificultades en la persona y no existan las acciones educativas adecuadas para corregirlas. Por tanto debemos buscar las causas de su aparición por dos vías diferenciadas.
Cuando observamos a un alumno con falta de motivación o interés durante las clases, es importante vigilar con detenimiento las causas de esa indiferencia y dejadez, ya que puede tratarse de un indicador de un problema mayor en el estudiante, ya sea de primaria o de secundaria.
Generalmente, la apatía del alumno puede tener su foco en problemas de tipo madurativo o cognoscitivo (carencias en atención, percepción, memoria) que condicionan el desarrollo de sus habilidades y conductas. También por trastornos específicos del desarrollo como los que impiden una correcta lectura como puede ser la dislexia, escritura (disgrafía) o en el pensamiento matemático, la discalculia.
En ocasiones, la raíz del problema está en trastornos del aprendizaje como el trastorno de déficit de atención por hiperactividad, TDA-H o en trastornos psicológicos o emocionales del alumno como miedos, extrema timidez, inseguridades, baja autoestima, depresiones, etc.
Otros factores de influencia los podemos encontrar en la propia salud del alumno, como por ejemplo la falta de visión no detectada, las cuales inciden en un alto porcentaje en los casos de fracaso escolar.
Por último, es importante considerar la sobredotación intelectual como otra causa de relevancia. En el lado opuesto a las carencias de aprendizaje, las elevadas capacidades intelectuales del alumno requieren de unas necesidades educativas especiales que no siempre son aplicadas debidamente y que pueden derivar también en fracaso escolar.
No solo podemos responsabilizar al estudiante de su propio fracaso educativo, sino que éste es debido a una combinación de sus dificultades en relación con el entorno. Y en ese entorno toman partido los padres, otros familiares, educadores y otras personas relacionadas en el proceso.
En primer lugar, en el alumno, influye en alto grado el contexto familiar, sociocultural y, en ocasiones, económico, en el que crece. El equilibrio emocional del niño o niña depende en gran parte de un crecimiento sano y positivo en su hogar, con implicación de los padres y otros familiares cercanos que muestren un interés hacía sus inquietudes, valoren sus logros y refuercen sus carencias afectivas y/o de aprendizaje cuando estas hagan acto de presencia.
En segundo lugar, el propio sistema educativo cuando no es capaz de poner los medios necesarios (materiales, económicos, personales) que permitan la adaptación curricular a las necesidades educativas especiales del alumno, es otro posible causante del fracaso escolar.
Los docentes también son parte importante en el fracaso escolar. Son los profesionales en contacto más directo con el alumno o alumna, por lo que deben observar, analizar y detectar de manera temprana las necesidades de cada estudiante, poniendo en marcha estrategias, utilizando recursos o programas que ayuden al niño o niña a fomentar su motivación y a adaptar las metodologías educativas en función de la diversidad de cada alumno. Los docentes, también deben poner en conocimiento de familiares y otros agentes aquellas dificultades que los alumnos puedan presentar.
Por último, también es posible establecer una serie de causas ambientales como horarios exigentes para el alumno que derivan en fatiga o estrés, exceso de tareas fuera del horario escolar, etc.
En definitiva, el fracaso escolar es un proceso complejo formado con factores de distinta índole sobre los que se puede y se debe actuar.
La edad clave en el fracaso escolar se establece entre los 12 y 13 años, y en mayor relevancia en el género masculino que en el femenino. Sus consecuencias más directas son el absentismo escolar, problemas de conducta dentro y fuera del aula y falta de respeto hacía padres, compañeros y educadores.
Es posible establecer una clasificación de los diferentes tipos de fracaso escolar. En base a la etapa de aparición de los síntomas anteriormente comentados.
Fracaso escolar primario. Tiene lugar en los primeros años de escolarización y, por lo general, está asociado a problemas de maduración del alumno que generen problemas en el rendimiento académico. Una fase en la que la detección temprana del obstáculo puede evitar la consiguiente aparición del fracaso escolar.
Fracaso escolar secundario. Es posterior a los primeros años de escolarización y viene dado por la experimentación de cambios o situaciones vividas por el alumno. El impacto en muchos niños del paso de la infancia a la adolescencia es una de las causas más habituales. Se da incluso en aquellos escolares cuya etapa primaria transcurrió con total normalidad.
Fracaso escolar circunstancial. Se caracteriza por ser asilado y pasajero. Responde a causas o hechos muy concretos ocurridos en torno al alumno, que derivan en una situación emocional difícil en él. Son fácilmente abordables si se tratan a tiempo.
Fracaso escolar habitual. Es debido a problemas individuales del niño, bien sea por un retraso del desarrollo psicomotriz, del lenguaje, problemas de salud, etc. Los niños con este tipo de fracaso escolar suelen presentar malos resultados desde el inicio de su recorrido escolar.
¿El alumno no atiende en clase? ¿Consigue malas notas de manera continuada? ¿Muestra problemas de memoria? Observar con interés al alumno y saber reconocer los síntomas que influyen en el fracaso escolar es fundamental para su prevención. Unas malas calificaciones pueden ser signo de baja autoestima, de enfermedades de tipo neurológico o sensitivo o de problemas en el ámbito familiar. Cuanto más temprana sea la localización del problema y las dificultades, mejores beneficios lograremos a la hora de evitar el fracaso escolar ya que el alumno no verá detenido su desarrollo y aprendizaje.
Las estimaciones del Ministerio de Educación son que a los 10 años, 1 de cada 10 niños no cursa el nivel de enseñanza que le corresponde por edad. Es muy importante vigilar el desarrollo formativo de cada alumno. Entender a cada niño o niña como un estudiante único con sus particularidades. Y prestar mucha atención a la diversidad, tanto si es por alta capacidad, diferente nacionalidad u otras razones. Tomar las medidas necesarias para adaptar el currículo y la metodología al alumno o alumna, para evitar que estos lleguen a la etapa de Secundaria con problemas heredados de cursos anteriores que pueden generar desatención y abandono.
Hay actuaciones dentro del hogar que pueden contribuir a la prevención del fracaso escolar. Leer con ellos en casa a diario, garantizar horas de sueño de calidad, horarios y rutinas adecuadas. También una alimentación equilibrada, con especial importancia en el desayuno de antes de ir al colegio. No dejar de prestar atención a sus dudas e intereses, reconocer sus logros; en definitiva, conocer bien a nuestros hijos y dedicarles tiempo de calidad.
A nivel político, una mayor inversión pública de la Administración educativa ayudaría a reducir la tasa de fracaso escolar de nuestro país. Esto con el fin de intentar bajar de la deshonrosa primera posición en el ranking europeo de fracaso escolar. Políticas como las de disminuir la ratio entre profesores y alumnos, aumentar becas en enseñanzas no universitarias, dotar de recursos a los centros educativos, y aumentar el número de profesionales de la orientación escolar, contribuiría a reducir el fracaso escolar.
Una mejor formación al profesorado. Por ejemplo en lo referente a la atención a la diversidad. Una formación que aporte técnicas para la motivación y fomento de confianza en al alumno. Recursos que enseñen al docente a reconocer los síntomas del fracaso escolar en el niño o niña y una enseñanza sobre los nuevos recursos tecnológicos a su disposición; es una cuestión esencial para poder prevenir las dificultades del estudiante.
Conociendo las causas del fracaso escolar, siendo un problema localizado y detectado y sabiendo que es posible actuar de manera específica sobre los diferentes alumnos para contrarrestarlo… desde APPF os animamos a realizar algunos de nuestros cursos homologados en educación para opositores o docentes en activo.
Cursos baremables en oposiciones que aportan conocimientos y soluciones en cuanto a temas educativos concretos. Por ejemplo el desarrollo de las capacidades cognitivas del alumnado, la comprensión lectora o sobre programas y actividades de refuerzo en la educación primaria, por citar solo algunos.
Consulta todos nuestros cursos homologados a distancia y empieza a poner tu granito de arena frente al fracaso escolar. También puedes visitar nuestra sección de prensa.
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