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¿Quién no ha dejado una tarea para el último momento? Incluso cuando hemos dispuesto de mucho tiempo para realizar un trabajo el ser humano tiende a incumplir el refrán de «no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy». Esa tendencia a postergar una acción es muy frecuente en el proceso de preparación de oposiciones; más cuando la ansiedad y el miedo a enfrentarse a temarios complicados acechan y preferimos demorar su estudio hasta última hora, realizando a su vez otras tareas que no benefician al avance de nuestra preparación, pero que nos resultan más llevaderas.
Esa operación común de dejar las cosas para luego tiene nombre. Se llama procrastinación y puede ser un gran enemigo en nuestra meta de aprobar una oposición.
Indice de contenidos
¿Qué es la procrastinación?
La procrastinación es un concepto que forma parte de la denominada psicología de la productividad. Supone postergar o posponer cualquier acción, actividad o situación, generalmente, para sustituirla por otras más sencillas o agradables para nosotros y ajenas a la tarea principal.
El origen etimológico de este término proviene del latín «pro» que significa adelante y «crastinus» que significa futuro o el mañana. No está claro su origen aunque hay quien afirma que proviene de Roma en el siglo III. Lo que sí está claro es que es un término muy empleado con el sentido que hoy conocemos en textos de la Edad Media como en el Vocabulario de refranes y frases proverbiales de Gonzalo Correas de 1627; “A lo que has de hacer no digas cras, pon la mano y haz”.
¿Por qué procrastinamos?
En ocasiones la procrastinación está asociada a un aspecto psicológico o físico por el que modificamos nuestros comportamientos eludiendo responsabilidades. Puede deberse a situaciones de estrés, ansiedad o frustraciones que limitan la fuerza de voluntad para realizar tareas que nos suponen esfuerzos o desafíos especiales. También puede asociarse al excesivo perfeccionismo, a periodos de baja autoestima, adicciones externas que desvían nuestra atención de las verdaderas responsabilidades, trastornos como el déficit de atención con hiperactividad, o simplemente a falta de apetencia, cansancio o motivación.
Procrastinar puede ser un comportamiento puntual y esporádico, pero también puede ser una constante, repitiéndose hasta convertirse en un comportamiento crónico. La reducción del rendimiento, la productividad que provoca la procrastinación puede llevar a más procrastinación. Y es que evitar situaciones en lugar de enfrentarse a ellas causa una sensación de falso «alivio» que nos invita a seguir postergando estas acciones y a cronificarlas.
Generalmente evitamos actividades o actos que son percibidos como abrumadores, costosos, difíciles, aburridos, pesados o estresantes y lo hacemos por una cuestión de mala gestión emocional y no por motivos de desgana, apatía o pereza.
Además, en la sociedad actual en que nos encontramos, con una fuerte tendencia a la multitarea y a la rapidez en la ejecución de las actividades a realizar, es más frecuente la selección y clasificación de acciones desde las más sencillas a las más difíciles. Algo que induce al crecimiento de la procrastinación, pues el individuo tiende, con cada vez más frecuencia, a asociar lo complicado con lo último.
Tipos de procrastinadores
En base al origen de la voluntad de procrastinar y al aspecto emocional que lo motiva es posible establecer una clasificación de tipos de procrastinación:
Procrastinadores perfeccionistas
Son aquellos cuyo alto grado de perfeccionismo les empuja a no trabajar en su objetivo pues tienen unas altas expectativas y alto grado de insatisfacción con los resultados por muy buenos que sean. También aquellos que dedican una carga descompensada de tiempo a las tareas, pues nunca están 100% satisfechos con el esfuerzo/resultado y acaban por desequilibrar la balanza de acciones acumulando para el final del tiempo, una importante carga de trabajo.
Procrastinadores abrumados
Generalmente los procrastinadores abrumados son aquellos que acumulan una enorme cantidad de trabajo, bien por cuestiones de autoexigencia, por no saber decir que no o por ordenes de un tercero. Algo que les impide cumplir con los plazos y que acaba por llevarles a la procrastinación de las tareas que les puedan resultar más complicadas.
Procrastinadores soñadores
Este tipo de procrastinador tiene grandes ilusiones puestas en las tareas a realizar. Tienen buenas ideas, son creativos y planifican la acción a ejecutar con acierto. Sin embargo son malos ejecutores de las mismas, pues entienden que en la creatividad del origen del proceso está el gran éxito y no en su camino hasta completarlo.
Procrastinadores temerosos
El miedo ejerce como elemento bloqueador modificando nuestro comportamiento, promoviendo la procrastinación y, con ella, el fracaso en la consecución de objetivos. ¿Y si no lo consigo? ¿Y si me equivoco? ¿Y si vuelvo a fallar? El procrastinador temerosos es psicológicamente frágil y tiende a dejarlo todo para más tarde por puro miedo al fracaso. El primer paso para enfrentarse a este tipo de procrastinación es reconocer el miedo al error y trabajar para superarlo.
Procrastinadores desmotivados
Al procrastinador desmotivado le aburre la tarea pendiente. No le resulta agradable ni sencilla. De manera inconsciente tiende a desmotivarse y a dejar para más tarde la actividad a realizar.
Procrastinadores afortunado o apostador
Para este tipo de procrastinador en la presión y la adrenalina está el éxito. Para ellos solo bajo estas condiciones es posible trabajar y rendir, por lo que suelen dejar las cosas para el último momento. Sobra decir los riesgos que entraña este tipo de procrastinación, pues se acumula una gran cantidad de trabajo en un corto espacio de tiempo.
Procrastinador desafiante
Es aquel que suele estar en desacuerdo con lo generalmente establecido. No sigue las reglas, pone en cuestión todo y no se ajusta a las recomendaciones y consejos de hábitos y comportamientos de estudio más recomendados para obtener la mejor productividad. Otro ejemplo de individuo que posterga acciones y acaba por encontrarse las dificultades propias de la procrastinación.
Efectos negativos de la procrastinación en la preparación de oposiciones
La tendencia a la procrastinación supone efectos adversos en nuestras acciones y responsabilidades diarias. Dentro de un proceso de preparación de oposiciones sus consecuencias pueden ser muy negativas; aunque puedas pensar que postergar el estudio de temario por falta de inspiración, confianza o cualquier otra razón te ofrece una liberación, su efecto es precisamente el contrario. Cuanto más se acerca el límite para completar un aprendizaje, mayor será la sensación de esfuerzo, el sentimiento de tarea inacabada o de frustración; y más complicado será enfrentarte al estudio de ese tema en cuestión.
Dentro de la preparación de oposiciones la procrástinación puede hacer acto de presencia por la decisión de estudiar, en primer lugar, los temas más sencillos o cómodos, por no conocer la fecha del examen, o por elaborar una mala gestión del tiempo y tareas.
A más procrastinación, menos motivación y fuerza de voluntad. A menos procrastinación, mejor percepción de éxito y mayor capacidad para enfrentarte a nuevos retos y poder superarlos.
¿Cómo trabajar la procrastinación para mejorar nuestra productividad en el estudio?
Es fundamental realizar un ejercicio de autoconocimiento por el cual seamos conscientes de nuestra tendencia real a dejar las cosas para más tarde en plena fase de preparación de oposiciones. Una vez realizado, podremos actuar sobre nuestras conductas pudiendo modificarlas siguiendo una serie de consejos.
Piensa en qué momentos del día cuentas con más motivación para enfrentarte a los contenidos a aprender. Si tu rendimiento es menor a primera hora del día huye de estudiar en ese momento los temas que te resultan más complicados, de lo contrario estarás arriesgando a procrastinar.
Si un tema te parece aburrido y/o complejo por su extensión o contenido, prueba a dividirlo en mini-temas en lugar de posponer su estudio. Fijar fechas para acabar el estudio de cada mini-tema puede ser de gran ayuda; de hecho, la elaboración de un calendario de estudio que plasme sobre el papel los objetivos y plazos de estudio de cada parte del temario te permitirá luchar contra la procrástinación. Una buena organización y disciplina siempre es la mejor arma contra la falta de voluntad.
También es interesante dedicar varios minutos a analizar un temario extenso antes de enfrentarte a él. Si te familiarizas con él y estructuras tu manera de abordar su preparación, conseguirás evitar el tedio que te lleve a procrastinar su estudio. Prueba a recordar temarios de extensión similar que ya estudiaste con éxito. Este tipo de automotivación también funcionará como arma frente a la postergación.
Cuidado con el «trastorno de evasión»
Otro consejo es evitar las conductas adictivas que benefician el denominado «trastorno de evasión». Es decir, el uso frecuente de dispositivos móviles, redes sociales, televisión y plataformas de contenido, ordenador o Tablet contribuye a nuestra procrastinación puesto que es muy fácil caer rendido a ellos cuando una tarea se hace cuesta arriba, evitando así enfrentarse a ella y postergándola con las consecuencias negativas que ello conlleva.
En definitiva, se trata de enfrentarse al llamado «síndrome del estudiante» acuñado por el doctor en Física, Eliyahu M.Goldratt en su obra «Cadena Crítica» por el que las personas aplazan la realización de una tarea para la cual tienen tiempo de sobra para completar y solo comienzan a dedicarse seriamente a ella cuando la fecha de entrega o finalización se aproxima. Por medio de la autorregulación y de una buena organización del tiempo es posible poner solución a la procrastinación.
Seguir el mandato de ese «nunca dejes para mañana lo que puedas hacer hoy» es muy importante en época de preparación de oposiciones. Con su práctica no solo ganarás en productividad, también estarás incrementando tu sensación de éxito, esfuerzo, motivación y limitando el sentimiento de culpa que te produce demorar una y otra vez tus objetivos.
Ponte en marcha…¡hoy es el día y no mañana!
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