Podemos resumir en una sola frase el verdadero sentido del aprendizaje cooperativo: trabajando juntos aprendemos a hacer las cosas solos. Dentro del sistema educativo moderno resulta imprescindible no solo la formación en el conocimiento y el desarrollo de habilidades personales, sino también el fomento de factores de socialización de cara a una correcta inserción del individuo en las diferentes estructuras de la sociedad.
El aprendizaje cooperativo no solo prepara al alumno como individuo con futuras competencias sociales, también colabora en la formación de activos importantes para el avance y progreso de la comunidad dentro de una sociedad que necesita del trabajo en equipo y la colaboración para alcanzar objetivos comunes.
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El aprendizaje cooperativo es un modelo educativo basado en la organización de las actividades dentro del aula para la realización de las tareas de manera colectiva, pretendiendo lograr el objetivo del aprendizaje tanto a nivel personal, como para el beneficio del grupo.
Este modelo de aprendizaje comprende un conjunto de procedimientos, técnicas o estrategias a poner en marcha dentro del aula. Recursos organizados para que tanto el alumnado como el docente trabajen juntos habiendo definido previamente unas metas claras y concretas.
John Dewey, filósofo, pedagogo y psicólogo norteamericano fue quien habló por primera vez de este modelo de educación interesado en fomentar el aprendizaje de conocimientos en base a la interacción y la ayuda de pequeños grupos humanos heterogéneos.
Este pedagogo está considerado como uno de los filósofos más relevantes de la primera mitad del siglo XX, entre otras razones por sus escritos y tratados sobre educación. También es reconocido como uno de los precursores de la enseñanza basada en el niño. Para Dewey la interacción y ayuda entre parejas de alumnos de forma sistemática favorece el aprendizaje. El modelo se difunde inicialmente en EEUU con el fin de contrarrestar al aprendizaje individualista, a la formación de destrezas meramente individuales, a la memorización y a la competición donde solo unos pocos consiguen recompensas y logros. Se trata de trabajar las habilidades sociales de intercambio y de favorecer el pensamiento reflexivo.
Adicionalmente, la puesta en práctica del aprendizaje cooperativo en las aulas de las escuelas norteamericanas sirvió para reducir los posibles conflictos existentes entre las distintas etnias, religiones, lenguas y culturas, favoreciendo la interculturalidad y, con ella, un ambiente más positivo para el aprendizaje dentro del aula.
La puesta en práctica del modelo de aprendizaje cooperativo fomenta valores como la creatividad, el compañerismo, la participación y la colaboración. También se aprende a delegar tareas y responsabilidades, conocer distintos roles y manejar su complementariedad, fomentar la convivencia y el diálogo en pro de un objetivo común. Competencias todas que favorecen la educación de las personas como individuos independientes y, a la vez, interdependientes dentro de una misma comunidad o sociedad.
Es importante saber conjugar el aprendizaje cooperativo con el modelo de aprendizaje competitivo. No conviene olvidar la enseñanza de superación personal y progreso individual. El trabajo particular para lograr metas de aprendizaje que marcarán los éxitos individuales del alumno. El trabajo en equipo debe ser un complemento para la formación del alumno que le aporte valor a la hora de mejorar en el plano particular, y con él, las capacidades para la obtención de logros personales tanto a nivel escolar como en la vida adulta.
Será labor del docente el establecer los tiempos para ambos aprendizajes dentro del marco del aula, organizando las actividades y recursos, y tratando de formar grupos lo más heterogéneos posibles capaces de formar una identidad de grupo y a la vez potenciar las habilidades individuales, alentando la comunicación positiva y la participación equitativa que beneficie al resultado colectivo, trabajando la interacción y el consenso en la toma de decisiones, y también enseñando la importancia de una responsabilidad individual dentro del colectivo.
Según diferentes autores como Simmerling, Knapen o Teitler, es necesario cumplir cinco condiciones para una correcta aplicación del aprendizaje cooperativo;
Este concepto nos habla de la importancia de que el esfuerzo individual se vea reflejado en el éxito colectivo. Es decir, cada miembro del equipo formado tendrá una responsabilidad particular para con el grupo por lo que deberá alcanzar sus objetivos entendiendo que en su consecución también están los logros del resto del equipo.
Cada miembro del equipo formado en una actividad concreta del equipo de trabajo, será responsable de su rol asignado, el cual contribuirá al buen progreso del grupo y alcanzará así las metas personales y colectivas.
No hay cooperación sin interacción. Todos los miembros de un equipo de trabajo deberán actuar continuamente. En esa interacción habrá conversación, dialogo, discusión, puesta en común de soluciones y puntos de vista para llegar a un objetivo común.
La comunicación, la confianza en el resto de los miembros del equipo, una buena capacidad de diálogo y socialización beneficiarán al colectivo. No habrá avance en los resultados a conseguir sino existen habilidades sociales dentro del grupo.
El propio equipo deberá ser capaz de evaluarse a sí mismo a fin de comprobar si los métodos de trabajo en común utilizados son o no operativos. Si los procesos no ofrecen buenos resultados habrá que realizar un ejercicio de reestructuración para poder alcanzarlos positivamente.
Para que estas condiciones puedan cumplirse es necesario que existan una serie de valores incuestionables; el diálogo y compromiso entre los participantes, la convivencia o aceptación de que sin el grupo no existe opción de lograr los objetivos, siempre y cuando no se renuncie a la personalidad propia. Y por último, la solidaridad entre los distintos miembros del equipo.
De los diferentes puntos de vista, razonamientos, cultura o experiencia de cada uno de los alumnos implicados en el proceso cooperativo, saldrán numerosos beneficios para el colectivo.
Entre las diferentes ventajas que aporta esta metodología pedagógica podemos encontrar;
En el contexto de un aprendizaje cooperativo, la figura del docente juega un papel primordial a la hora de fomentar la motivación de los alumnos pero, fundamentalmente en la creación de situaciones idóneas de aprendizaje que necesiten de colaboración del colectivo.
El docente deberá evaluar qué métodos se emplearán, cuál es el tamaño adecuado de los grupos a formar, qué objetivos de aprendizaje de contenido y habilidades sociales se buscan, qué materiales y espacios son necesarios, cómo se evaluará el proceso o, incluso, qué problemas pueden surgir durante este proceso y cómo afrontarlos.
Existen numerosas dinámicas grupales para el desarrollo del aprendizaje cooperativo entre el alumnado. Tanto a niveles infantiles como de Educación Primaria o Secundaria.
El docente de educación infantil podrá adaptar juegos y actividades habitualmente individuales al plano grupal, por ejemplo, crear grupos de 3 o 4 niños y niñas alrededor de una mesa para elevar una construcción de bloques o piezas que sean colocadas una a una entre todo el grupo; o transmitir la creación de un dibujo conjunto, para lo que bastará un folio en blanco, muchos lápices o ceras de colores y un grupo de varios niños dispuestos a poner su granito de arena en el dibujo final.
La lectura e interpretación conjunta del capítulo de un libro o de un texto seleccionado puede ser una buena técnica de aprendizaje cooperativo en la enseñanza primaria y secundaria. Un alumno leerá un párrafo que un compañero interpretará y resumirá, mientras que el resto del equipo debatirá sobre el éxito de éste. Posteriormente se sucederá la lectura de párrafos entre el resto de miembros del grupo.
O, por ejemplo, la técnica 1-2-4 a través de la cual se resuelve una pregunta, problema o ejercicio de manera individual, para posteriormente contrastar el punto de vista o solución con uno o varios compañeros hasta llegar a un consenso. Una estrategia que fomenta la opinión propia, la recapitulación de ideas, la argumentación y la puesta en común.
La investigación de un tema propuesto de manera colectiva es otra buena manera de plantear situaciones de cooperación con buenos resultados de aprendizaje. Puede plantearse la planificación de una presentación de los resultados de la investigación encontrados para mejorar esta actividad.
Los puzles son una excelente dinámica cooperativa. Incluso la propia corrección de tareas o deberes académicos realizada de manera conjunta por los alumnos puede significar la puesta en común de conocimientos e ideas para tratar de lograr una solución.
Desde la aparición del aprendizaje cooperativo, un gran número de maestros, pedagogos, docentes, han trabajado por desarrollar este modelo educativo, creando y perfeccionando ideas, recursos y técnicas que han favorecido no solo las competencias individuales sino también las colectivas del alumno. Un alumno que en su vida futura se encontrará, tanto a nivel personal como profesional, inmerso dentro de equipos de trabajo o colectivos con un mismo fin y en el que deberá ser resolutivo y colaborativo. De ahí que se considere muy importante el trabajo cooperativo desde edades tempranas.
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