Descripción
CURSO HOMOLOGADO
MODALIDAD ONLINE
EVALUACIÓN TIPO TEST
Curso sanitario acreditado orientado para personal sanitario.
En este curso se pretende analizar la violencia contra las mujeres desde una perspectiva de género. El objetivo es la adquisición de los conocimientos básicos para la comprensión de esta violencia como un fenómeno estructural, lejos de lo anecdótico. Nos interesará de qué manera la cultura canaliza la violencia en función del género. La abrumadora diferencia entre la agresividad social masculina y la femenina, orientará nuestros pasos hacia su consideración como parte integral de un sistema de dominación por el cual se perpetúa la desigualdad entre mujeres y varones, que debemos conocer para conseguir que no se produzca.
Certificado: Curso HOMOLOGADO por la Universidad Católica de Ávila
Envío: Diploma en formato digital
Créditos: 7 ECTS
Duración: 175 horas
Periodo de realización: 60 días
Metodología: A distancia en la plataforma on-line de APPF.es
Evaluación: Tipo Test
Tema 1:
Módulo 1: Contextualización de la violencia de género
Módulo 2: Psicosociología de la violencia contra la mujer. Diferencias de poder, sexismos y violencia de género
Módulo 3: Practicum Virtual
Tema 2:
Módulo 4: Psicología del maltratador. Lenguaje y género
Módulo 5: Aproximación legislativa y factores de riesgo
Módulo 6: Practicum Virtual
Tema 3:
Módulo 7: El observatorio nacional de violencia de género
Módulo 8: El papel de los servicios de salud
Módulo 9: Practicum Virtual
Tema 4:
Módulo 10: Protocolo de la actuación sanitaria ante la violencia de género
Módulo 11: Protocolo de la actuación sanitaria ante la violencia de género II
Módulo 12: Practicum Virtual
Violencia de género y estereotipos
Nuestros comportamientos y hábitos, nuestras normas y organizaciones se han desarrollado a lo largo de los siglos vinculados a la violencia explícita o latente. La participación y cooperación voluntarias son insuficientes para garantizar la subsistencia y satisfacer nuestras necesidades de modo ordenado y pacífico. Las relaciones sociales se organizan y estructuran en formas diversas de poder o dominio, que se apoyan en formas también diversas de violencia que pretenden normalizar o institucionalizar. Se puede definir violencia como la “modalidad cultural, conformada por conductas destinadas a obtener el control y dominación sobre las personas”.
¿Por qué surgen los conflictos entre hombres y mujeres?
Los conflictos en las relaciones pueden encontrar su causa cuando una alta intensidad emocional domina a las partes, o bien porque la comunicación entre ellas es deficiente y da lugar a malentendidos, o como consecuencia de comportamientos negativos reiterados. Aquí, las posibles intervenciones por parte de un operador para la desescalada de la intensidad del conflicto o para su propia resolución, tienen que ver con conseguir controlar las emociones, mejorando la cantidad y calidad de la comunicación, clarificar, en su caso, la percepción que del conflicto tengan las partes, y abrir cauces para la expresión adecuada de aquellas emociones.
¿Cuándo tienen lugar estas situaciones de violencia de género?
El personal sanitario y no sanitario tiene que tener claro que la violencia contra las mujeres tiene lugar en un contexto dominado por un modelo genérico de varón que expresa una situación de poder, en el que la relación hombre/mujer se presenta como antagónica. El pensamiento feminista supone que ese modelo dominante se confirma y refuerza cada vez que un hombre actúa de forma violenta, considerando que el modelo domina los actos individuales y las personas no pueden liberarse de la posición social que ocupan.
Así que hombres y mujeres se insertan en un modelo patriarcal, injusto y sin igualdad de género, que concibe el poder sobre la base de atributos que se consideran masculinos, como la competitividad, la falta de empatía y el recurso a la violencia. Sus patrones simbólicos dibujan un sistema de dominio como capacidad efectiva de imponerse por la fuerza frente al diferente, que desplaza el potencial de la cooperación y de convivencia plural.
El papel de los servicios de salud en la violencia de género
La OMS concede una extraordinaria importancia a los servicios de salud en la detección y atención a mujeres que sufren violencia de género, sin embargo, el diagnóstico del maltrato por parte de los y las profesionales sanitarios es bajo. A pesar de la alta frecuentación por las mujeres que lo sufren, sobre todo de los servicios de Atención Primaria, Urgencias y salud Mental. Este hecho que quizás tiene que ver con la falta de reconocimiento de la violencia de género como problema de salud hasta hace relativamente poco tiempo, pero también a la complejidad en su manejo.
Los profesionales no tienen el hábito de preguntar por la existencia de maltrato, algo que han constatado algunos estudios y las mujeres tardan en pedir ayuda; entre 5 y 10 años tardan las mujeres en denunciar los hechos, a pesar de que la violencia de género tiende a ser repetitiva. Existen numerosos obstáculos relacionados con los profesionales, con la víctima y con el propio proceso de maltrato, que dificultan la detección y la intervención.
Estrategias de intervención en el sistema sanitario contra la violencia de género
Hasta ahora la actuación de los servicios de salud ha estado orientada únicamente a la atención tras el diagnóstico, sin embargo, los retos actuales son la prevención, la detección precoz además del abordaje profesional adecuado tras la detección. Para ello es especialmente necesaria una atención integral y un abordaje integrado y coordinado, es decir, que tenga en cuenta los aspectos biológicos, psicológicos y sociales y asimismo debe contemplar la coordinación entre profesionales, entre niveles asistenciales y entre sectores, imprescindible para dar una respuesta eficaz al problema del maltrato.
El personal sanitario estará alerta ante cualquier mujer que presente alguno de los factores o situaciones de mayor riesgo y vulnerabilidad con el fin de intervenir precozmente mediante medidas de apoyo psicosocial y sanitario. Tras la detección de una situación de maltrato en la mujer en la consulta de Atención Primaria, con frecuencia hemos de contar con otros profesionales y dispositivos para dar respuesta a las distintas necesidades de la mujer y su familia, a nivel sanitario, social, laboral, jurídico etc., lo que hace imprescindible un abordaje coordinado multiprofesional y multisectorial.
La importancia del personal sanitario ante la violencia de género
Desde los servicios sanitarios se puede desempeñar un papel crucial para ayudar a las mujeres que sufren violencia de género, ya que la mayoría de las mujeres entran en contacto con ellos en algún momento de su vida (consultas a demanda y preventivas, embarazo, parto, cuidado médico de los hijos o hijas, cuidado de las personas mayores, etc.). Además, las mujeres que sufren cualquier forma de violencia de género acudirán con mayor frecuencia a los servicios sanitarios, en particular a Atención Primaria, Urgencias, Obstetricia y Ginecología y Salud Mental.
Las necesidades específicas de estas mujeres son multidimensionales, por lo que se requieren intervenciones sanitarias que tengan en cuenta los aspectos biológicos, psicológicos y sociales. Para ello es necesaria la implicación activa de todo el personal de los servicios sanitarios desde un modelo de atención integral.
Si el personal de los servicios sanitarios es capaz de profundizar, mediante una escucha activa y empática, en aquellos elementos psicosociales y de género que tienen que ver con la forma y condiciones de vida de quien la padece, con sus problemas y su situación familiar, se podría obtener un diagnóstico acertado.
La detección de la situación de violencia por parte del personal sanitario predispondrá a la ruptura del silencio, lo que supone el primer paso para la comprensión y visualización del problema. El no reconocimiento de una situación de maltrato como condicionante de un problema de salud, especialmente por figuras dotadas de «autoridad» como es el personal sanitario, puede conllevar una nueva victimización para la mujer que podría contribuir a la cronificación del maltrato y a la medicalización del problema.
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