Educación Primaria

Las 5 competencias emocionales que todo docente debe tener

Si nos fijamos en el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua y en su definición del término «emoción» podremos encontrar dos acepciones:

1. Alteración del ánimo intensa y pasajera, agradable o penosa, que va acompañada de cierta conmoción somática

2. Interés, generalmente expectante, con que se participa en algo que está ocurriendo

Nos quedaremos con la primera de ellas para trasladarla al ámbito profesional, y en nuestro caso, al educativo, pero no sin antes ampliar este concepto, puesto que la definición de la RAE limita lo emocional a un estado no permanente cuando, si atendemos a una descripción de este término dentro del plano de la psicología, podremos comprender que las emociones son un estado de mayor complejidad para el ser humano. Un estado que bien puede ser transitorio o bien inherente (así como imprescindible) a la propia persona. Que puede venir provocado por una reacción a un cambio fisiológico o psicológico y, sobre todo, que es marcadamente influyente sobre la conducta y pensamiento de la persona.

De un tiempo a esta parte, la psicología ha prestado especial atención a las emociones y, en concreto, a la capacidad del ser humano para gestionarlas. Lo que se denomina Inteligencia Emocional. Una capacidad que unida a la Inteligencia Intelectual equivale al estado ideal de equilibrio que toda persona debe albergar para poner en práctica su labor como docente en un grupo de alumnos de muy diversas características.

Veamos que competencias emocionales debe tener un docente en el ejercicio de su profesión para lograr la motivación entre el alumnado, sea cual sea la etapa educativa en la que ejerza su labor pedagógica.

¿Qué es la competencia emocional en un docente?

«Uno recuerda con aprecio a sus maestros brillantes, pero con gratitud a aquellos que tocaron nuestros sentimientos.»

Carl Gustav Jung, médico psiquiatra, psicólogo y ensayista suizo

Los nuevos sistemas educativos han entendido que para combatir la falta de motivación e interés que pueda surgir entre los estudiantes, los problemas de conducta, las consiguientes ausencias o el definitivo abandono escolar, es importante no prestar atención únicamente al cumplimiento del currículo, sino también, al componente personal y social de todos los alumnos y alumnas que forman parte de un aula; es decir, tratar de buscar una educación integral que dé importancia al proceso de aprendizaje, a la autonomía personal, a la inclusión, las habilidades sociales, la creatividad o la resolución de conflictos.

Es por eso que el docente debe enseñar y a la vez, educar y tratar de comprender a sus alumnos. Para ello es importante un buen manejo de las competencias emocionales. En primer lugar para desarrollarlas en sí mismo, adaptándose y afrontando los retos de la vida cotidiana de manera positiva, y en consecuencia, para poder transmitirlas dentro de su aula.

¿Qué es entonces la competencia emocional de un docente? Podríamos definirla como aquella competencia que permite al docente formar a personas capaces de integrarse con normalidad en la sociedad por medio de herramientas sociales, afectivas y emocionales que ayuden, a largo plazo, a enfrentarse a los diferentes desafíos del día a día; es decir, aquellos que utilizan factores no intelectuales para mejorar el proceso de aprendizaje, favoreciendo no solo el rendimiento académico, sino también en el desarrollo del plano más personal.

5 competencias emocionales que debe tener un docente

A la hora de hablar de competencias e inteligencia emocional y docencia, es fundamental acudir a la figura de Rafael Bisquerra, eminencia en el campo de la Educación Emocional.

Según Bisquerra, son cinco las competencias emocionales que todo docente debe albergar para poder aplicar la educación emocional dentro del aula. Dentro de ellas podemos encontrar a su vez, una clasificación secundaria de competencias.

Conciencia Emocional o Autoconciencia

Esta competencia podría definirse como aquella que permite que seamos conscientes de nuestras emociones, pero también de las emociones ajenas, algo fundamental cuando se trata de poner en práctica la educación emocional en el aula. Al mismo tiempo, la conciencia emocional hace que la persona (o docente) sea capaz de captar el clima emocional del contexto (aula y centro educativo) en que se mueve.

Dentro de esta competencia se incluye el autoconocimiento, la adquisición de vocabulario emocional y la empatía por medio de la escucha activa.

Tomando conciencia de los sentimientos y emociones propias podremos etiquetarlas e identificarlas rápidamente en el otro, en este caso, en los alumnos y alumnas, determinando así si sus estados emocionales están afectando a sus comportamientos, y por tanto, a su proceso de aprendizaje.

Regulación o control Emocional

Se trata de la capacidad para gestionar las emociones de una manera adecuada, es decir, ser capaz de aplicar buenas estrategias de afrontamiento de las emociones. En ellas se incluye la habilidad para manifestar los sentimientos correctamente entendiendo que el estado emocional interior no tiene porqué estar asociado a la expresión que transmitimos externamente.

Tolerar la frustración para evitar manifestar estados negativos como enfado, ansiedad o estrés, será de gran ayuda a la hora de afrontar situaciones propias de la docencia, transmitiendo de esta manera a los alumnos sentimientos positivos como la calma, la paciencia o la autogestión emocional frente a situaciones o conflictos que habitualmente suele aparecer entre alumnos o en clase.

Dentro de ella podemos encontrar una serie de microcompetencias como el afrontamiento positivo del estrés o la autogeneración de emociones positivas.

Autonomía Emocional

El mejor modo de definir la autonomía emocional es a través de la clasificación de microcompetencias que puede establecerse dentro de ella. Por ejemplo

Autoestima: tener una imagen positiva de uno mismo fomenta un comportamiento optimista dentro del aula, transmitiendo seguridad y convicción para poner en práctica el objetivo docente de manera integral.

Automotivación: La motivación es uno de los motores de la vida. Sin ella no podemos poner en marcha otros elementos que hacen que nuestros objetivos a corto, medio y largo plazo se cumplan. Es un factor esencial en todo plano social, personal y profesional, así como también, de tiempo libre. Un docente motivado podrá transmitir este valor entre el alumnado, y todos sabemos de la importancia de la motivación para el buen desarrollo del proceso de aprendizaje y la consecución de objetivos.

Responsabilidad: La capacidad para responder de los propios actos, de tomar parte en comportamientos éticos y seguros, de tomar decisiones con responsabilidad y con actitud positiva.

Actitud positiva: Adoptar esta actitud, incluso en momentos adversos, ayuda la consecución de objetivos

Resiliencia: es la capacidad para enfrentarse a situaciones adversas y superarlas con éxito. Un aspecto fundamental dentro del entorno educativo.

Habilidades Socioemocionales

Es una competencia emocional clave dentro del ámbito de la educación donde diariamente se establecen relaciones interpersonales entre maestro/profesor-alumnos o entre los propios alumnos.

Dentro de esta competencia emocional forman parte habilidades sociales básicas y complejas. Es decir, es importante saber escuchar a los alumnos para poder detectar sus fortalezas y debilidades. Pero también saber dialogar, ser cortés a la hora de saludar, despedirse, agradecer o disculparse. Enseñanzas muy positivas de cara al alumnado.

Mostrar respeto por los demás, aceptando su condición y diferencias individuales y dentro del grupo. Saber comunicar de manera verbal y no verbal para transmitir los mensajes correctamente. Compartir emociones. Ser asertivo a la hora de respetar y hacerse respetar. Y sobre todo gozar de capacidad para gestionar situaciones emocionales en el contexto educativo así como prevenir y resolver conflictos dentro de aula.

Todas estas habilidades presentes en el docente mejorarán indudablemente el proceso de aprendizaje y educación.

Habilidades de vida y bienestar

Fijar objetivos positivos, saber tomar decisiones y asumir las responsabilidades que la acompañan. Saber gozar del bienestar propio y transmitirlo a los de tu alrededor, así como ser proactivo, participativo, crítico y comprometido. La competencia de vida y bienestar contribuirá a facilitar la consecución de logros vitales a todos los niveles.

¿Cómo podemos poner en práctica la competencia emocional en la Educación?

Existen innumerables recursos, actividades y metodologías con las que el docente puede trabajar la educación emocional en su aula. Juegos para la identificación de emociones, actividades para trabajar el respeto y la empatía o comprender y conocer diferentes valores. Técnicas como las teatralizaciones, trabajar con cuentos, Role-Playing, Plantear debates, turnos de palabra que fomenten el respecto, actividades de trabajo en equipo, etc.

Tanto en el ejercicio de estas metodologías como en la rutina del día a día dentro del aula, es importante que el docente predique con el ejemplo ante su clase y que todas las emociones positivas y aquellos comportamientos socio-afectivos que éste muestre, ayuden a crear un clima favorable en el aula.

Con el objetivo de mejorar las capacidades emocionales de los docentes, evitando el mal manejo de las emociones, la falta de empatía o baja autoestima, es importante la apuesta por programas de formación del docente, sabiendo que el ejercicio educativo no depende únicamente de sus capacidades pedagógicas sino también de su inteligencia emocional.

De su desarrollo personal, su autorrealización y su bienestar depende en buen grado el éxito de su profesión y el beneficio de sus alumnos para su crecimiento personal y en su futura su vida adulta.

En APPF contamos con el curso homologado online para oposiciones de Educación, «Coaching Emocional en la Escuela«. Un curso que aporta al profesorado o al futuro docente una formación específica teórico-práctica sobre la Inteligencia Emocional y sus aplicaciones prácticas en el ámbito educativo, como establecer contenidos afectivo-emocionales en forma de programas, actividades, metodología y propuestas de aplicación en el alumnado.

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